Lo peor de todo esto es que hoy siguen existiendo en el mundo más de 400 millones de niños esclavos que hacen nuestra ropa, nuestros ladrillos y tejas, nos preparan el desayuno, hacen los balones con los que jugarán nuestros hijos. Y de alguna manera estamos silenciando este drama cuando decimos que son niños/as trabajadores y no esclavos, cuando decimos que son los gobernantes los que se tienen que ocupar de esto, cuando decimos que no se puede hacer nada, y mucho peor cuando decimos que por lo menos trabajan y tienen algo para comer.
Que los niños trabajen es inmoral, lo que tienen que hacer es jugar y estudiar. Quizá todo nuestro silencio no sería tal, si pensásemos que uno de esos niños fuera nuestro hijo. Haríamos todo lo posible para que saliera de esa situación. Hoy los niños esclavos necesitan nuestra solidaridad, entendida como compartir hasta lo necesario para vivir. Iqbal Masih luchó contra la esclavitud infantil y le mataron.
Hagamos del 16 de abril el día mundial contra la esclavitud infantil para no olvidar el testimonio de este niño y para recordarnos cada año, cada día, cada hora, que nuestro consumo está siendo sustentado por el trabajo de niños esclavos.
Los jóvenes españoles son la primera generación en la historia de nuestro país que van a vivir una estructura laboral y socioeconómica mucho peor que la de sus padres y que, además, están desarmados en cuanto a una capacidad de lucha organizada, ya que los sindicatos sólo son burócratas de los que nada se puede esperar.
En la actual situación de crisis, la desesperanza es comprensible. Por eso es importante homenajear a jóvenes como Iqbal, que perdió su vida luchando contra la injusticia en este mundo de enriquecidos y empobrecidos, que sólo tiene solución desde la solidaridad.
Si queremos, podemos acabar con esto.
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